José Luis Andrés es voluntario en la Fundación Kyrios desde 2017. Coordina el grupo de oposiciones, una iniciativa que acompaña a personas con inteligencia límite en su preparación para acceder al empleo público. Su compromiso, constancia y cercanía han dejado huella en muchas personas que han pasado por el grupo. Hoy charlamos con él para conocer mejor su labor y su forma de vivir el voluntariado.
Fundación Kyrios: ¿Podrías contarnos un poco sobre ti y cómo llegaste a la Fundación Kyrios?
José Luís: Tengo 66 años y perdí la vista a los 47. Al principio fue duro, pero gracias a la ONCE descubrí que podía seguir leyendo, relacionarme y aprender a vivir de otra manera. En un club de lectura conocí a personas que me conectaron con la Fundación Kyrios. Yo venía con ganas de aportar, quería enseñar comercio exterior, que era mi especialidad, pero al final me ofrecí para dar clases de contabilidad. Así empezó mi camino como voluntario, hace ya unos seis o siete años.
FK: ¿Cuál es tu papel en la Fundación y qué responsabilidades implica tu día a día como voluntario?
JL: Soy el profesor del grupo de oposiciones. Al principio asumí muchas responsabilidades por mi cuenta, pero con el tiempo entendí que lo importante no es que aprueben, sino que vengan, participen y se esfuercen. Mi tarea es preparar las clases, hacerlas lo más amenas posible y motivarles para que sigan adelante. Para mí, el éxito es que lo trabajen, que lo intenten.
FK:¿Cómo es tu experiencia coordinando el grupo de oposiciones? ¿Qué te aporta esta labor y qué crees que aporta a los participantes?
JL: Me obliga a vencer la pereza y me llena de satisfacción. Ver cómo los chicos mejoran, se animan a leer en público, llegan puntuales, se arreglan para venir… eso ya es un logro. Más allá de aprobar, lo importante es que se sientan parte de algo.
FK: ¿Crees que tu experiencia personal te ha aportado una forma distinta de acompañar a los participantes del grupo de oposiciones?
JL: No lo sé. Mi experiencia se reduce a una sola cosa: si la clase es divertida, no se olvida. Intento que lo sea para que les quede algo. Nunca había trabajado con personas con discapacidad. Siempre he trabajado con profesionales, con mandos intermedios, gente que cobraba por estar allí.
Al principio, algunos decían “yo no puedo, tengo inteligencia límite”, y al verme a mí ciego decían “este está peor que nosotros”. Creo que eso les ayudó. Les hizo pensar: “¿de qué me quejo yo?”
FK: Es habitual que participes en las actividades que organiza Kyrios, eventos benéficos, las cenas de Navidad y las jornadas informativas ¿Hay alguna historia o momento especial que recuerdes con cariño de tu tiempo como voluntario en Kyrios?
JL: Sí, el primer año no se convocaron oposiciones, y estuvimos más de un año preparándonos sin saber si habría convocatoria. Cuando por fin se convocaron, aprobaron cinco. Yo ni me había enterado, y al llegar ese día, Álvaro me dijo “enhorabuena”. Me alegré muchísimo por ellos. Me alegré por lo que significa para ellos. Mi papel no es que aprueben, es que vengan. Si aprueban, mejor.
También recuerdo con cariño la primera cena que hicimos en el restaurante La Culona. Fue de pie, un caos, no se podía ni hablar… pero para mí fue la mejor.
FK: El pasado 18 de octubre participaste en el encuentro de voluntariado organizado por Liber. ¿Cómo viviste ese evento y qué te pareció compartir experiencias con voluntarios de otras entidades?
JL: El evento estuvo súper bien organizado. Me hubiera gustado tener más tiempo para hablar con otros voluntarios, pero no me pude quedar a todo el evento.
Hubo dos ponencias. La primera, sobre el final de la vida, me pareció muy teórica y con cierto miedo a hablar de la muerte. La segunda, sobre incapacitación, me impactó mucho. Ya había oído experiencias aquí en la Fundación y me pareció muy útil.
FK: ¿Qué te motiva a seguir colaborando después de tantos años?
JL: No lo sé muy bien. A veces me enfado, pero sigo aquí. Algo me empuja a continuar.
FK: ¿Hay alguna mejora reciente en el grupo de oposiciones o en tu forma de trabajar que te gustaría destacar?
JL: Sí, me han puesto a Goyo de apoyo, aunque todavía no nos hemos coordinado del todo. Tenemos una reunión para unificar criterios. También este año tenemos muchas preguntas, el año pasado no teníamos ninguna. Me parece bien.
FK: ¿Cómo imaginas el futuro de la Fundación Kyrios y del voluntariado dentro de ella?
JL: El futuro de la Fundación me preocupa un poco. Crecer es fácil, lo difícil es mantenerse. Eso lo aprendí en la empresa privada.
Mi futuro como voluntario… a veces me cuestiono si estoy capacitado. Soy ciego, y todo lo que tiene que ver con el progreso y la tecnología no está pensado para todos.
Voy a seguir reivindicando que la tecnología sea para todos, creo que es mi obligación. Si algo no es accesible, no es progreso. Lo reivindicaré siempre.
FK: Por último, cuéntanos cuáles son tus tres pasiones secretas.
JL: El vino, el jazz y María, mi mujer.











