Elena Jiménez, directora de proyectos de la Fundación Kyrios y patrona fundadora, lleva más de 16 años impulsando iniciativas que mejoran la vida de las personas con inteligencia límite. Su trayectoria profesional y personal está marcada por la vocación de cuidado y el compromiso con la inclusión. En esta entrevista nos comparte cómo nació la Fundación, qué significa para ella formar parte de este proyecto y cuáles son los retos y esperanzas que vislumbra para el futuro.
Fundación Kyrios: ¿Podrías contarnos un poco sobre ti y cómo llegaste a la Fundación Kyrios?
Elena Jiménez: Soy una persona con vocación de cuidado y familiar, educada en el esfuerzo con un gran ejemplo de mis padres. Empecé a trabajar muy joven, con 16 ya estaba cuidando niños. A lo largo de los años, he ido formándome en diferentes áreas: estudié periodismo, lengua y literatura, luego me centré en dirección de proyectos y fundaciones, y más tarde estudié Trabajo Social. Además, me he formado como perito social y facilitadora procesal. En 2008 Álvaro, el director, me invitó a participar en un grupo junto a otras familias y profesionales. De allí salió la Fundación Kyrios con el objetivo de ofrecer servicios que apoyen y cuiden a las personas con inteligencia cuando los padres y madres no estén.
FK: ¿Cómo influye tu experiencia personal como hermana en tu trabajo diario?
EJ: Mi experiencia personal con mi hermana María José, que tiene inteligencia límite, ha sido mi mayor inspiración y la razón por la que decidí dedicarme profesionalmente a este ámbito. Después, la fortuna ha querido que también pueda trabajar a diario con mi hermana Alicia, un lujo.
FK: ¿Cómo asumiste el rol de directora de proyectos?
EJ: Asumí el rol de directora de proyectos casi desde el principio, porque la creatividad, la planificación y la innovación son mis puntos fuertes y desde ahí puedo aportar mucho. Pero, en realidad, mi día a día es mucho más polivalente y estoy donde se me necesita. Como trabajadora social me recibir a las familias nuevas y también coordino el equipo de voluntariado y el Club Kyrios, que en el fondo es lo más divertido de todo: ver cómo las personas disfrutan y se hacen amigos. Poder combinar la planificación de los proyectos con el trato directo a las personas y la coordinación de actividades es un privilegio y una fuente constante de aprendizaje y motivación.
FK: ¿Qué significa para ti la Fundación Kyrios y cómo ha evolucionado?
EJ: Para mí, Kyrios es mucho más que una entidad: es una gran familia. Aquí todos nos cuidamos y apoyamos, respetando la individualidad de cada persona. En estos 16 años, la Fundación ha crecido y evolucionado, adaptándose a los retos y necesidades de las personas a las que apoyamos. Hemos pasado de ser un pequeño grupo de familias a una organización consolidada, con un equipo comprometido, que atiende a día de hoy a 113 personas y familias, ¡y creciendo!.La clave de nuestro trabajo está en la atención personalizada. El servicio Ikaria, por ejemplo, representa el verdadero sentido de la Fundación: garantizar que, cuando las familias ya no estén, las personas con inteligencia límite sigan contando con los apoyos necesarios para vivir de forma independiente y sentirse acompañadas en todas las etapas de su vida.
FK: ¿Cómo se gestiona el equilibrio entre la atención personalizada y la sostenibilidad de la Fundación?
EJ: Queremos ofrecer unos servicios de la más alta calidad y eso requiere de personal comprometido, bien formado y valorado y eso cuesta dinero. La sostenibilidad pasa por entender que la Fundación es nuestra y aportar en función de nuestras posibilidades, a veces es dinero, a veces es tiempo, conocimiento profesional, contactos…Se puede ayudar mucho desde el Consejo Asesor y desde el Patronato, abiertos a incorporaciones.
FK: ¿Qué retos afronta Kyrios en este aniversario?
EJ: El principal reto es seguir creciendo de forma sostenible, sin perder nuestra esencia. Queremos consolidar y ampliar servicios como Ikaria, atraer a nuevas generaciones de profesionales y voluntarios, y lograr que las propias personas con inteligencia límite y sus familias participen activamente en la vida y la sostenibilidad de la Fundación. Además, trabajamos para movilizar recursos públicos y privados, y para que la sociedad reconozca el valor y la aportación de este colectivo, históricamente invisible.
FK: ¿Qué mensaje darías a nuevas familias?
EJ: A las nuevas familias les diría que en Kyrios encontrarán un apoyo especializado y cercano, con experiencia real en inteligencia límite y en el ejercicio de la capacidad jurídica. Los animaría a conocernos, porque estoy convencida de que, si lo hacen, querrán incorporarse. Aquí cada persona es única.
FK: ¿Cómo ves el futuro de la Fundación?
EJ: Veo el futuro con realismo y esperanza. Kyrios es ya una adolescente y le queda mucho por vivir. Creceremos poco a poco, acogiendo a nuevas personas y familias, y dejando paso a nuevas generaciones que continúen la labor. La implicación de todos es la clave para mantener la esencia y la calidad de nuestros servicios. Personalmente, me siento muy orgullosa de haber formado parte de este proyecto desde el principio y de seguir aprendiendo cada día.
FK: Por último, cuéntanos cuáles son tus tres pasiones secretas.
EJ: Me encanta perderme en mi pueblo de la Sierra de Gredos (me guardo el nombre para que no vaya todo Madrid y pierda su encanto), disfruto mucho de mis hijos, que son mi mayor orgullo, y escribir, aunque siempre me falte tiempo para ello.











